Procrastinar. Algo que todos hacemos y que no nos hace ningún bien.
A menudo ciertas cargas de trabajo nos producen tal dolor de cabeza que tendemos — sin darnos cuenta — a eludirlas o sustituirlas bajo el convencimiento de que van a desaparecer, cuando la cruda realidad es otra: van a aumentar.
Posponer un trabajo importante es un problema que tiene que ver con el miedo, la pérdida de autoconfianza y la falta de ambición. No es casualidad que en los tiempos que corren los profesionales del coaching hablen tanto de la comfort zone, un concepto que está de moda y que nos repiten hasta la saciedad. Hay que salir de ella. Hay que levantarse. Es hora de actuar.
Fácil de decir, pero altamente complicado de llevar a cabo puesto que, como he dicho antes, el principal hándicap es que a menudo no nos damos cuenta ni somos conscientes de tener este problema, cuya naturaleza radica en la autonegación: “esto no me ocurre a mí”. Algunas veces creemos ser ambiciosos cuando en realidad no lo somos. Procrastinar no significa dejar de ser activos o productivos. Significa precisamente sustituir ciertas tareas por aquellas que nos resultan más cómodas o agradables. Significa pensar a corto plazo en vez de hacerlo a largo plazo, y eso lo hacemos inconscientemente. Algo que puede obstaculizar el éxito futuro y el logro de nuestras metas.
Así pues, ¿cómo hago frente a mi propia reacción emocional? ¿Cómo puedo volver a creer en mis posibilidades cuando ni siquiera me doy cuenta de que he dejado de hacerlo?
Primero de todo, hay que ser realistas: no existe persona en el mundo a quien no le haya ocurrido esto alguna vez. Y a continuación, bastarán unos pequeños cambios en la forma de encarar nuestro trabajo que pueden, incluso, resultar divertidos. Let’s do it.
Cómo vencer la procrastinación
1. Háblate
La comunicación con nuestro yo interior no es ningún postulado de la filosofía moderna. Es un acto de conciencia cotidiano: lo hacemos a diario y en cualquier contexto. Quitémosle misticismo, pues, al hecho de hablarle a nuestra mente. Lo importante es cómo.
Hay que plantear nuestros diálogos internos en positivo. Para entendernos, la procrastinación nos lleva a decirnos “tengo que hacer esto”, “no debo hacer eso otro” o “esto puede esperar a mañana”. Lo que estamos haciendo es restarnos opciones y perjudicar nuestra productividad.
Cambiar el diálogo con nosotros mismos influirá en nuestra actitud ante las tareas: “voy a hacerlo”, “elijo hacerlo”.
2. Da el (pequeño) paso
Pensar en la gran cantidad de cosas que tienes que hacer se te hace una montaña. Una gran montaña. Por ello, es necesario que des el primer paso: compra el billete a Katmandú (lo siento, no te va a salir gratis). El resto irá llegando: los permisos, el equipaje, y sin darte cuenta ya estarás escalando el Everest. Eso sí, lo harás sin un sherpa que te acompañe.
Tu meta es solo tuya. Lo que está claro es que para lograrla tienes que hacer un pequeño gesto, por minúsculo que sea, para reunir el impulso necesario que te permitirá sentir que todo es más manejable, es decir, empezar.
Esto podría ser tan simple como pasar a papel una lista de tareas, ordenar tu escritorio o responder algunos correos electrónicos.
Dividir una tarea en partes más pequeñas te hará verlo todo más viable y conseguir la autoconfianza que necesitas para darte cuenta de que eres capaz de hacerlo. Una vez en la cima, plantarás la bandera del éxito.
3. Deja constancia de tu compromiso
A veces, la procrastinación se puede vencer con un simple incentivo. Para ello puede resultar útil imponerse pequeños retos asumibles. Es una cuestión de orgullo propio.
Un incentivo puede tomar diferentes formas: “si hoy voy al gimnasio, esta noche podré comer ese pastel de manzana que tanto me gusta”. Otra forma efectiva de superar la procrastinación puede ser informar de tus intenciones a un amigo o persona cercana indicándole el plazo en el que lo vas a hacer. Hacer público un compromiso es una manera de garantizar que, como mínimo, vas a por él.
Para los más indecisos, una plataforma muy útil para hacer público tu compromiso es StickK, un portal online donde puedes registrar tus objetivos y cargarlos con cierta cantidad de dinero. Si los logras, recuperas tu dinero, y si no, dicha cantidad se dona a una organización benéfica que lo destinará a una buena causa.
4. Envíale un mensaje a tu futuro
Convertirte en Marty McFly por un día puede ayudarte a mejorar el presente. Normalmente, cuando posponemos las cosas, nos cuesta imaginar sus consecuencias en el futuro. O lo que es lo mismo, somos incapaces de visualizarnos a nosotros mismos en él.
Es importante, pues, reconocer que existe una conexión entre las decisiones que tomamos hoy y aquello que vamos a ser mañana, la próxima semana o dentro de un año. Solo así entenderemos por qué es importante hacer nuestro trabajo ahora.
Existe una conexión entre las decisiones que tomamos hoy y aquello que vamos a ser mañana. Clic para tuitearPara poder comunicarte con tu “yo” futuro no necesitas un Delorean. En FutureMe puedes escribirle un mensaje y explicar cómo tus decisiones actuales te depararán un futuro mejor. Lo puedes hacer público o quedártelo para ti. Tu “yo” futuro recibirá dicho mensaje en el plazo que hayas indicado. Probablemente entonces los monopatines voladores empezarán a funcionar de verdad.
Si crees que estos consejos para vencer la procrastinación no son para ti, dáselos a otro. Tienes un alto porcentaje de éxito de encontrar a un procrastinador. Si, por el contrario, has llegado a la conclusión de que eres uno de ellos, no desesperes. Igual uno de estos pequeños pero eficaces consejos, o los 4 a la vez, te ayudarán a poner la primera piedra. Y quién sabe si la última.