Otro día más has llegado al final de tu jornada laboral y no has conseguido empezar con las tareas de ese proyecto tan importante que tienes que entregar. El plazo de entrega cada vez está más cerca y tus niveles de presión y estrés están aumentando por momentos. Puede que te sientas identificado con esta situación y que incluso te ocurra más a menudo de lo que quisieras. El problema es que siempre pensamos que mañana será otro día y que entonces podremos hacer frente a esas tareas que se han ido acumulando en nuestra agenda. Pero, ¿por qué mañana? ¿Por qué no podemos empezar hoy mismo?
La procrastinación en el trabajo es un hábito tan arraigado como morderse las uñas o jugar con un bolígrafo cuando estamos nerviosos. Consiste en ir posponiendo lo que tenemos que hacer de manera continuada, lo cual no solamente tiene un impacto negativo sobre nuestra productividad, sino también sobre nuestros niveles de estrés y de confianza. Y es que el hecho de no haber hecho todo lo que debíamos al finalizar nuestra jornada hace que, la mayoría de las veces, nos sintamos invadidos por un sentimiento de culpabilidad y de insatisfacción personal.
Este tipo de situaciones suelen estar relacionadas con el miedo al fracaso y con los pensamientos negativos que pasan por nuestra cabeza y que nos terminan convenciendo de que no seremos capaces de dar la talla. Por eso, terminamos aplazando el trabajo para eliminar esta presión, al menos de forma temporal. Pero debes saber que no es algo inevitable y que puede combatirse. A continuación te traemos algunos consejos que pueden resultarte muy útiles a la hora de enfrentarte a esas temidas tareas y completarlas con éxito.
Cómo acabar con la procrastinación
1. Cambia tu entorno de trabajo
Si te resulta complicado encontrar inspiración o fuerza suficiente para enfrentarte al trabajo que debes hacer, puede que necesites cambiar tu entorno de trabajo. ¿Alguna vez has pensado lo agradable que sería trabajar por ejemplo en un parque al aire libre? También puedes hacerlo en una cafetería o simplemente cambiar de habitación. Trabajar en un lugar diferente al habitual puede ser la solución que estás buscando para que tu mente fluya.
2. Evita las distracciones
Resulta demasiado sencillo caer presa de las distracciones cuando lo que tenemos que hacer no nos gusta. Por eso, es importante evitar cualquier oportunidad de distracción en nuestro entorno de trabajo mientras no hayamos completado las tareas más importantes. Sí, estamos hablando de redes sociales, correo electrónico, llamadas de teléfono… La cuestión es que trabajando delante de un ordenador esto puede resultar complicado. En este caso, puedes considerar la opción de instalar algún programa para bloquear ciertos sitios web o aplicaciones de forma temporal, de manera que no te sientas tentado de perder el tiempo mirando las publicaciones de tus contactos de Facebook.
3. Elabora una lista con las tareas que debes hacer
Cuando las tareas empiezan a acumularse, es frecuente que prefiramos empezar por las tareas más livianas o que nos resultan más agradables y dejar para el final las más complejas y aburridas. En este sentido, si no tenemos tiempo para hacerlo todo, la carga de trabajo será cada vez mayor y nuestro nivel de malestar irá en aumento.
Para acabar con esto te recomendamos que crees dos listas diferentes con las tareas que debes realizar. En la primera lista escribe las tareas más importantes y de mayor complejidad, y en la segunda, añade las tareas más sencillas. Una vez que hayas completado las tareas de la primera lista, podrás pasar a la segunda; te sentirás orgulloso de haberte desprendido de la carga de trabajo más pesada, tu mente estará más relajada y evitarás que las preocupaciones te impidan ser productivo.
4. Divide y vencerás
Ponerse delante de una página en blanco puede resultar muy agobiante, sobre todo si nos sentimos presionados por los objetivos que nos hemos propuesto y por los resultados que esperamos conseguir. Un truco para evitarlo es dividir los grandes proyectos en pequeñas tareas que pueden ser completadas con mayor facilidad. De esta forma, no solamente será más manejable, sino que además, al ir completando pequeñas metas, nos sentiremos más motivados para seguir avanzando y dejaremos atrás los sentimientos de ansiedad y pánico que están obstaculizando nuestro camino.
5. Elabora una guía con todos los detalles
Cuando hayamos dividido el proyecto en pequeñas tareas, es el momento de elaborar una guía que irá marcando las directrices de nuestra jornada laboral. En esta guía deben contemplarse los plazos de ejecución, los recursos que necesitaremos y la asignación de las diferentes tareas a cada persona, en el caso de que se trate de un proyecto en equipo. Imprime la guía y tenla siempre cerca para que puedas saber en todo momento qué es lo que debes hacer y cuándo. Cada vez que completes una tarea, márcala. De esta forma, podrás tener una visión global de tus avances y resultará mucho más motivador.
6. Busca inspiración
¿Alguien ha conseguido ya lo que tú todavía estás intentado? Tómalo como inspiración y aprende sobre cómo trabaja y sobre cómo logra mantener la motivación. Muchas veces nos sentimos solos en nuestra lucha contra la procrastinación, pero lo cierto es que todos alguna vez nos sentimos tentados a postergar el trabajo para mañana. Sin embargo, algunas personas consiguen enfrentarse a ello y ganar la batalla, sin importar cuál sea el adversario que se les presente. Busca figuras que realmente te sirvan de inspiración y que te ayuden a forjar una carrera profesional llena de éxitos. No es necesario que sea alguien famoso, sino que puede ser alguien de tu entorno al que admires por su trayectoria y por su manera de hacer las cosas.
7. Informa a tu entorno sobre tus objetivos
Es fácil posponer el trabajo cuando no tenemos a nadie alrededor que sepa lo que estamos haciendo. Se trata de una situación que suele ocurrir con bastante frecuencia entre los profesionales autónomos o independientes. Para evitarlo, puede ayudarte el hecho de contar a las personas de tu entorno lo que estás haciendo y cuáles son tus objetivos. De esta forma te resultará más sencillo conseguir el estímulo necesario para cumplir con los plazos que te has marcado previamente.
8. Establece refuerzos negativos y positivos
En lugar de centrarte en pensar lo mucho que odias una tarea en concreto, piensa mejor en las consecuencias negativas que podría traerte el no hacerla bien. ¿Tu reputación se verá perjudicada? ¿Perderás algún cliente importante? Esta práctica puede ser suficiente para motivarte. Pero también es importante que te premies por el trabajo bien hecho, especialmente cuando se trata de algo complicado. Si te recompensas con algo que te gusta, además de tener una actitud más positiva frente al trabajo, te sentirás más satisfecho en el ámbito personal.
9. Pon límites a tus exigencias
Una de las causas principales que nos llevan a aplazar las cosas en el trabajo es ser demasiado exigentes con nosotros mismos. Las personas perfeccionistas temen que su trabajo no sea lo suficientemente bueno, lo cual puede terminar perjudicando su productividad en el día a día. Es evidente que es importante hacer las cosas bien y sentirse orgulloso del trabajo que se está realizando, pero hay que saber establecer límites cuando lo que estamos haciendo es más que suficiente. Llegados a este punto, debemos preguntarnos si realmente es necesario invertir más tiempo en la misma tarea o si es mejor seguir adelante.
Obviamente, aunque pongamos en práctica todos estos consejos, no podemos pensar que el cambio se producirá de la noche a la mañana. Pero es cierto que, gracias a ellos, cada vez nos iremos alejando y venceremos la procrastinación, consiguiendo, de este modo, trabajar de manera más eficiente y ser más productivos.
Seguro que en alguna ocasión te has encontrado en circunstancias similares. ¿Quieres añadir algún consejo para acabar con la procrastinación en el trabajo? ¡No dudes en compartirlo con nosotros!